Por “El caballero azul”
Hacia varios meses que empecé a seguir en instagram, y a mirar su perfil con mayor frecuencia, a una chica que a todas luces era una escort vip.
Nunca la vi publicada en ninguna parte, pero por su contenido, daba toda la impresión de ser una mujer con los contactos apropiados para que nunca le falte un sugar daddy.
Era una mujer espectacular, como una vedette pero toda natural, con horas y disciplina de gimnasio encima, sin embargo tremendo minón no me producía ninguna emoción, más bien la seguía porque me interesaba ver que hacía, por donde se movía, y me producía curiosidad ese mundo.
De tanto observarla, noté que en muchas de sus publicaciones, aparecía siempre una imagen con los cuatro signos del poker: el corazón, el diamante, el trébol y la pica.
Esto lo veía repetido en la marca de varias de sus prendas, en un cuadro de lo que podría ser su casa y hasta en un grabado de su cartera. Lo que más me llamaba la atención, es que el diseño y los colores eran siempre los mismos. Si bien esos signos son popularmente conocidos, estos tenían una forma identificable, lo que daba cuenta de que la relación con esta señorita, no era simplemente por el gusto de un juego de cartas.
Pasó el tiempo y mientras yo seguía con mis aventuras conociendo y teniendo historias con escorts, un día decidí cambiar un poco el aire y alejarme del microcentro para ir a otro barrio, y que por esas circunstancias de la rutina, llegué a Villa Crespo en una parada previa hacia otro lugar.
Obviamente como sabía que iba a pasar por allí, encontré en una web a una señorita que podía ser de mi agrado, la contacté y quedamos para una hora de la tarde.
La cita era en la calle Malabia, unas cuadras alejadas del tumulto de las avenidas y en esa zona de casas bajas. Llegué hasta un departamento en donde me bajó a atender ella, se llamaba Belén y me gustó mucho.
Ese día yo estaba muy inspirado, en la hora que compartimos me salieron todas bien, sumado a que empatizamos muy bien. La armonía entre nosotros fue plena en las dos participaciones que me regalé esa tarde.
Al terminar, había muy buena onda y nos pusimos a charlar. Cuándo nos disponemos a cambiarnos e irme, veo sobre una cómoda que tenía en la habitación una pulsera con los 4 signos del poker, idénticamente diseñados como los venía viendo en la chica de instagram. Hermoso momento pasó por mi cabeza al recordar todo y pensar que nada es casualidad y que todo pasa por algo, obviamente le pregunté que era eso, y hasta ahí llegó mi buen día.
Belén muy picara, me dijo que era largo de contar y que en breve esperaba otro cliente, pero que si le interesaba, que la vuelva a ver y de paso teníamos un tema de charla para la próxima.
Me fui de ahí satisfecho por la experiencia, pero ansioso por saber de que se trataba todo ese simbolismo. No iba a pasar mucho tiempo más, hasta que vuelva a hablar con Belén del tema.