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Escorts Zona Oeste

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Relatos sexuales: En el hotel del acceso con una Escort de Zona Oeste

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Por “El viajero suburbano”

Se acercaba otro fin de semana libre y unos días antes ya me ponía a pensar a que lugares de las ciudades iría a visitar con mi moto. Puestos al paso, mercados, bares y antros que me esperarían para una nueva aventura. Claro que la travesía no sería completa sin una buena mujer.

A ella la tenía marcada, publicaba en varios lugares con distintos nombres y la agendé como Yamila. Sus fotos me encantaron y no porque sea especial para el común, sino porque era especial para mí al ser físicamente como me gustaban: morocha, pelo por los hombros, petisa, ojos grandes, cola y pechos. En sus imágenes que no tapaba el rostro sonreía, algo poco habitual, y eso me hizo imaginar en su posible actitud. Su característica principal era que se animaba a todo y hacia solo hoteles y domicilios, ideal para un nómada como yo.

Le mandé un mensaje el viernes temprano, me respondió ella, nada de palabras automáticas, lo cuál me encantó porque empezamos a conversar con toda la onda. Le pedí que traiga consigo un disfraz especial con el que la imaginé al ver sus fotos, a lo cuál accedió.

En esa travesía de fin de semana quería ir pasando Luján. Nos encontramos esa noche a la hora indicada en un hotel al costado de la autopista que va hacia el oeste, a la altura de Morón. Cuándo la vi llegar era divina, una mujer que podría ser tu compañera de trabajo o una amiga, pero que debajo de esa ropa era una guerrera. La habitación tenía todo; luces de colores, calidez, buen aroma y varios rincones en donde poner en práctica infinidad de poses.

Pasamos, y la acción la comenzó ella saliendo del baño con el disfraz que le había pedido. Se dio vuelta y me empezó a franelear sus nalgas hasta agarrar mis manos y llevarlas a sus pechos. Acto seguido yo ya estaba desvestido y comenzó a chuparmela con mucha saliva mientras me miraba fijo y juegueteaba con su lengua por todo mi miembro. Me senté en un sillón y ella arriba mío comenzó a cabalgar gozando y gimiendo mientras yo me calentaba mas y mas al verla disfrutar hasta que me empieza a besar con furia y lengua para acabar juntos apasionadamente.

Ya en la cama, con unos mimos y una charla de por medio, Yamila volvió a activar diciéndome ¿me querés hacer la cola? no pude negarme a semejante pedido en complicidad recíproca y jugando a que ella me había hecho el favor del disfraz. Esta vez fue suave, despacito al principio para terminar volando de placer.

La noche no pudo terminar de la mejor manera, ambos nos fuimos en mi moto hacia un bar cercano de la zona para despedirnos pasada la medianoche y prometiéndonos volver a vernos.