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Escorts Ituzaingó

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Relatos sexuales: Clara de noche

Escorts Ituzaingó - Luxamons.com

Por “El viajero suburbano”

Luego de pasar un domingo soleado en Parque Leloir, recordé que hacía un tiempo había visto a una escort de Ituzaingó que me habían fascinado sus fotos, pero que por circunstancias de tiempo, y sobre todo de lejanía, había desistido de ir a conocerla un día de semana con todo el viaje que ello implicaba. Afortunadamente, la había agendado, y me acordé de ella.

Le envié un mensaje luego del mediodía y para mi fortuna ella trabajaba full time incluyendo los domingos, me pasó sus coordenadas, y quedamos en vernos por la noche, lo que me venía bien para concluir mi día en ese hermoso lugar.

Luego de cenar algo, apunté el GPS en mi moto y me adentré en un viaje que implicaba cruzar toda la ciudad. Pasé por sus calles surcando todo tipo de terrenos hasta llegar a las inmediaciones de la estación del tren, más precisamente en un discreto y moderno departamento de la calle Olazábal.

Para mi suerte, todo se iba dando, ya que unas calles antes de llegar, esperaba que sea un lugar en donde aunque sea poder ducharme antes y después, luego de todo un día recreativo.

Ya en la puerta, puse candado en la moto y toqué el timbre. Luego de una breve espera bajó ella, se hacía llamar Frida, pero su verdadero nombre era Clara y para mi era hermosa. Flaca, alta, de unos veintitantos casi treinta, pelo largo, castaño claro con flequillo, de tez blanca y un cuerpo que si bien tenía poco relleno, sus curvas y partes eran lo suficientemente voluminosas. Tenía una voz finita y una presencia muy amable, era una mina linda de barrio.

Luego de subir por el ascensor y cruzar alguna miradas (yo estaba encantado de lo linda que me parecía), pedí pasar al baño para ducharme. Al salir, pasé a una habitación que tenía las persianas cerradas, era cálida, cama de dos plazas y al lado un espejo.

No esperé casi nada y apareció ella con un conjunto de color blanco y se vino hacia mi, nos arrodillamos los dos en la cama y luego de un breve franeleo, comenzó a succionarme hasta encenderme.

Ella estaba entregada, era pura suavidad y amabilidad conmigo, hicimos misionero, 69, la puse en cuatro y finalmente se acostó boca abajo mientras le entraba con pasión y nos mirábamos al espejo.

Me encantó la sensación que tuve de acabar con ella y se dio cuenta que estaba muy activo. Apenas terminamos me dijo “bueno, de acá te vas como nuevo, quedaste super relajado”, me reí, y es que se había notado esa descarga de energía y lo que me había calentado esa mujer.

Me trajo un vaso con agua y nos pusimos a charlar, me contó que era una mujer de la noche, que solía trabajar en boliches de la zona oeste y como era ese ambiente; las cosas que hacía y las que no hacía. Me encantó el personaje que era, porque su presencia como lo había notado, era amable, común como cualquier mujer “copada” y buena, pero al mismo tiempo se ganaba la vida en un ambiente del que sabía muy bien sus detalles.

Me fui de ahí satisfecho por la experiencia y por haber coronado un fin de semana perfecto, listo para empezar la semana con todo el peso que eso significa. A partir de ese día, Clara sería una fija si volvía a andar por Ituzaingó.